Las nuevas normas de la entidad impiden, incluso retroactivamente, el matrimonio entre empleados: la pareja impugna el despido mediante la abogada del ‘caso Orlandi’ mientras el ‘sindicato’ del Vaticano anuncia posibles movilizaciones
Una historia de amor prohibido de dos trabajadores del Vaticano
El pasado 18 de septiembre, durante una audiencia, el Papa elogiaba a dos empleados de Radio Vaticana que se casaban ese fin de semana. “Es bonito ver cómo el amor lleva a construir una familia”, señalaba Francisco. Justo en esos días, en las oficinas del IOR, el famoso Banco Vaticano, se culminaba el proceso de despido de una pareja que había contraído matrimonio, por la Iglesia, el 31 de agosto.
¿La razón? Que las nuevas normas de la estructura vaticana impiden que dos empleados del pequeño Estado contraigan matrimonio. En Roma ya se les conoce como los ‘Romeo y Julieta’ del Vaticano. Y entre ‘capuletos’ y ‘montescos’, Bergoglio debería jugar un papel fundamental para evitar una doble vara de medir entre dos organismos vaticanos. Y, sobre todo, para no dar la impresión de que casarse por la Iglesia católica, en la Santa Sede, puede costarte el puesto de trabajo.
La historia de amor prohibido entre dos empleados del Banco Vaticano va a traer cola. No sólo por el hecho en sí, sino por la forma en que se ha producido el despido. Ambos empleados se conocieron en las oficinas, se enamoraron y, tras un tiempo de noviazgo, en febrero de este año anunciaron que se casaban. Hasta aquí, ningún problema. Sin embargo, en mayo, la Santa Sede aprobaba un nuevo reglamento interno para los empleados del Banco Vaticano que, entre otras medidas, vetaba a los trabajadores con tatuajes o piercings y que no estén casados por la Iglesia. Pero, también, prohibía las bodas entre empleados, y lo hacía con efecto retroactivo.
Falta de lealtad
De nada servía que todo el mundo conociera, y aprobara, tanto la relación como el anuncio de boda con anterioridad: ahora, casarse por la Iglesia entre empleados del IOR, suponía la renuncia de alguno de ellos a su puesto o el despido automático. Y así fue: treinta días después de la boda, se les notificaba el despido y, además, tal y como subraya Il Messaggero, se les acusaba de falta de fidelidad a Roma por haber aireado a los medios el escándalo.
¿Por qué? La pareja ha contratado los servicios de Laura Sgro, una abogada conocida (y temida) en el Vaticano y que, entre otros casos, lleva el de la desaparición de la joven Emanuela Orlandi, hace ahora 40 años, en un caso en el que se mezclan relaciones entre la mafia, el Vaticano y la Banca Ambrosiana, con escenas como la de un banquero ahorcado en el puente del Támesis que inspiró al cineasta Francis Ford Coppola en su saga de El Padrino.
El IOR, Banco Vaticano
Sgro envió este miércoles un comunicado a los medios en el que anunció la “impugnación” del despido del matrimonio, que “considera nulo, ilegítimo y gravemente lesivo de los derechos fundamentales de las personas y de los trabajadores y, por tanto, carente de todo efecto”.
Entre las razones para denunciar el cese de los empleados, alega que no existe posible conflicto de intereses ni riesgo de filtración de datos, puesto que los recién casados “no son funcionarios con cargos ejecutivos, sino empleados sin cargos decisionales, sin acceso a información confidencial de los clientes, y ubicados en áreas separadas”.
“Estupefacción” de la Asociación de Trabajadores
No solo es Sgro. También la recientemente creada Asociación de Trabajadores Laicos del Vaticano, lo más parecido a un sindicato (una figura prohibida en el estado) en la Santa Sede, ha mostrado su “estupefacción” ante el despido.
“Esperábamos una resolución amistosa del asunto, pero al final un reglamento cuestionable ha prevalecido sobre los sacramentos, sobre los sentimientos más genuinos. A partir de hoy, de hecho, corremos el riesgo de tener una familia pobre más. ¿Quién de nosotros, de hecho, sería capaz de sobrevivir sin un salario?”, recalcan en un comunicado, en el que lamentan que “el matrimonio, hoy degradado en todas las partes del mundo, en lugar de ser defendido y apoyado (por la Iglesia), se ha convertido en causa de despido”. No solo eso: contraer matrimonio católico siendo empleado el Banco Vaticano “es equiparable a un acto gravemente ilícito como el robo o la revelación de secretos de oficina”.
El sindicato vaticano apela a los artículos 12 y 19 de la Declaración de los Derechos Humanos, que protege la vida familiar y la libertad de expresión, al tiempo que recuerdan que la OIT considera que el matrimonio no es un motivo válido de despido. Al tiempo, denuncian que, con sus “argucias legales”, el IOR “está comprometiendo la imagen de la Iglesia y la del Papa Francisco”, y anuncian “medidas concretas de protesta en apoyo de nuestros dos colegas”.
Fuentes vaticanas consultadas por elDiario.es admiten la falta de “humanidad” a la hora implantar una normativa, y confían en que, finalmente, se pueda llegar a un acuerdo satisfactorio para ambas partes, que podría quedar en el traslado de alguno de ellos, o de los dos, a otro organismo vaticano que no esté afectado por la nueva normativa.
En último caso, no se descarta la intervención directa del Papa a quien la pareja ya ha apelado para frenar un despido que resulta cuando menos contradictorio: “Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre”…
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