La senadora aborigen Lidia Thorpe ha irrumpido al finalizar el acto del monarca británico en el Parlamento australiano: «No eres nuestro rey», le ha gritado
La senadora aborigen Lidia Thorpe ha irrumpido este lunes en el Parlamento australiano al término del discurso del rey Carlos III para protestar por los derechos de los indígenas del país, quienes fueron desposeídos de sus tierras con la llegada de los británicos en 1770. “Devuélvenos nuestra tierra (…) lo que robaste a nuestro pueblo”, gritó la senadora independiente Lidia Thrope, al término del discurso en el Parlamento de Camberra de Carlos III, jefe de Estado de Australia, que se rige por un sistema monárquico con democracia parlamentaria.
La senadora también le espetó: “No eres mi rey. No eres nuestro rey”, y condenó el “genocidio” que se cometió contra los pueblos originarios de Australia, así como el expolio de “huesos, cráneos” y el robo de los bebés indígenas, antes de ser forzada a salir de la sala.
“Has destruido nuestra tierra. Dadnos un tratado. Queremos un tratado en este país. Eres un genocida”, continuó gritando.
La senadora Thorpe, ataviada con una piel tradicional de canguro, también se había puesto previamente de espaldas al entonarse en el Parlamento ‘Dios salve al rey’, en señal de protesta por la visita de Carlos III y la reina Camila, quienes realizan una gira por Australia y Samoa entre el 18 y el 26 de octubre.
La intervención de Thorpe se dio poco después de que Carlos III diera un discurso ante centenares de asistentes, entre ellos el primer ministro australiano, Anthony Albanese, en el que remarcó el “largo y a veces difícil camino de la reconciliación” con los indígenas.
El ex primer ministro Tony Abbott lamentó la irrupción de Thorpe y sus palabras, que calificó de “lamentable exhibicionismo político”.
Australia es el único país de la Commonwealth (Mancomunidad británica) que no tiene ningún tratado con su población indígena, ni tampoco los reconoce en la Constitución vigente desde 1901, cuando la excolonia británica se convirtió en un estado federado.
Los aborígenes y los isleños del Estrecho de Torres -que son de origen melanesio y habitan un territorio insular en el noreste de Australia)- son un colectivo que representa el 3,8 % de los más de 27 millones de habitantes que tiene Australia.
Poblaron lo que hoy se conoce como Australia hace 65.000 años, hasta que la Corona Británica declaró a finales del siglo XVIII que este territorio estaba deshabitado y se amparó en el concepto de “Terra Nullius” (Tierra de Nadie) para reclamar su posesión.
Desde entonces estos pueblos originarios han sido víctimas de discriminación y denunciados maltratos, además de haber sido desposeídos de sus tierras.
Si bien se han dado algunos avances en materia del reconocimiento de los derechos consuetudinarios, aún hay heridas abiertas, entre ellas la ‘Generación Robada’, que abarca a unos 100.000 menores aborígenes que fueron separados de sus familias entre 1910 y 1970 y entregados para su educación a familias o instituciones de blancos.
A esto se suma el fracaso de un referendo celebrado el año pasado para crear un organismo que diera una voz a los indígenas en el Parlamento, entre otros problemas de desigualdad social y económica.
El primer ministro de Australia, Anthony Albanese, antes había agradecido al rey británico su presencia en el país. “Ha mostrado un gran respeto por los australianos, incluso en tiempos en los que hemos debatido el futuro de nuestros propios acuerdos constitucionales y la naturaleza de nuestra relación con la Corona”.