La ultraderecha insiste en la mentira de que la retirada de obstáculos obsoletos de los cursos fluviales está detrás de los daños de la riada tras la DANA, pero la mayoría son muretes que apenas retienen agua

Vuelve el bulo negacionista de las presas: de causar la sequía a ser culpables de los destrozos de la DANA

Si se los mira in situ no son más que pequeños muretes que, muchas veces, apenas sobresalen ya de la superficie. El agua incluso los rebasa sin esfuerzo cuando hay algo de caudal. No retienen apenas volumen y no detienen ninguna crecida. Son la mayoría antiguos azudes ya sin uso, alguna estación de aforo o un pequeño desvío de curso para llevar agua a alguna explotación.

De eso se trata, básicamente, lo que se está retirando de los ríos de la Comunitat Valenciana y del resto de demarcaciones hidrográficas en España. Y un vistazo a las imágenes explica la dimensión de lo que se quita.


Azud en la Demarcación del Júcar.

Lo cierto es que lo que se está retirando de los ríos europeos, españoles y de la Comunidad Valenciana constituyen antiguos obstáculos y barreras en el curso fluvial que se han quedado viejos y obsoletos. “Normalmente de escasa altura, construidos para permitir la derivación o sobreelevación de aguas superficiales para distintos aprovechamientos humanos”, según describe el Ministerio de Transición Ecológica.

Sin embargo, Vox no para de insistir en su bulo hidráulico: la portavoz ultraderechista en el Congreso, Pepa Millán, ha repetido este miércoles a cuenta de la DANA que “lo que mata es haber derrumbado las presas por puro fanatismo climático”. Su jefe, Santiago Abascal, ya espetó el 30 de octubre que parte de la culpa de los fallecidos era de la Comisión Europea por una “ley criminal de voladura de presas”.

El ministro de Política Territorial, Ángel Luis Torres, ha recordado en el Congreso que “no se ha destruido ninguna presa en la Comunidad Valenciana en 24 años”.

La propia Confederación Hidrográfica del Júcar explicaba en mayo de 2023 sobre la eliminación de azudes que “estas antiguas infraestructuras en desuso no sirven para almacenar agua, puesto que suelen estar colmatadas y tan solo mantienen una pequeña lámina de agua remansada aguas arriba”.


Uno de los obstáculos detectados en la Demarcación del Júcar.

El bulo de Vox nació primero para acusar al Gobierno de ser los responsables de la escasez de agua durante la sequía porque había quitado embalses que guardaban agua. Un hidromito que ignora que si no hay precipitaciones, cualquier embalse es incapaz de almacenar líquido, puesto que no llueve agua que embalsar. “Si un azud está en desuso, conviene demolerlo para evitar problemas y recuperar la continuidad longitudinal del río y su carácter de corredor ecológico”, añadía la CHJ hace año y medio.


Azud en el río Ibias (Asturias) antes y después de las obras de retirada.

En España hay decenas de miles de estas infraestructuras ya olvidadas por todo el territorio. Inventariadas más de 19.000, pero el mismo ministerio admite que “en realidad hay muchas más que no figuran en inventarios ni registros oficiales”.

Estas obras se están acometiendo en todas las demarcaciones y repiten el mismo patrón: azudes y muros que se fueron acumulando en los ríos y cursos ya fuera en la cuenca del Miño, el Sil, el Ebro, el Tajo, el Duero el Guadalquivir o la red fluvial cantábrica.