Se calcula que casi un tercio de las 57.000 personas con el virus activo en España no sabe que lo tiene y las sociedades médicas proponen un cribado general a mayores de 40 años como vía para terminar con la enfermedad para la que se encontró una cura en 2015
España está en una posición privilegiada para eliminar la hepatitis C antes de 2030
España está muy bien colocada para ser el primer país desarrollado en erradicar el virus de la hepatitis C, pero la recta final es siempre la más lenta. La enfermedad vírica, que se descubrió a finales de los años ochenta, se puede curar con antivirales desde 2015.
Quien se diagnostica, se cura. Sin embargo, todavía hay una bolsa de pacientes que no están en el radar del sistema porque no saben que tienen el virus: son unos 20.000, según datos de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD). Un estudio reciente, publicado en la revista Lancet Regional Health Europe y referenciado por el Ministerio de Sanidad, estima que hay en España 57.587 personas con infección activa (un 30% sin diagnosticar).
La infección causada por el virus –que fue descubierto hace apenas 30 años– hace daño al cuerpo muy lentamente. Puede tardar una década o más en deteriorar el hígado de forma irreversible. Entonces, el antiviral retira el virus pero no cura el órgano.
Se producen cada semana cuatro muertes relacionadas con la hepatitis C que son evitables, puesto que el tratamiento la cura casi en el 100% de los casos
“Una década después de la llegada de los antivirales que curan la enfermedad, se producen semanalmente en nuestro país cuatro muertes imputables a causas relacionadas con la hepatitis C que son evitables, puesto que hay un tratamiento que la cura prácticamente en el 100% de los casos y que, si se administra de forma precoz, puede evitar el daño que causa en el hígado a lo largo de los años”, asegura Javier García-Samaniego, coordinador de la Alianza para la Eliminación de las Hepatitis Víricas en España (AEHVE) y jefe de la sección de Hepatología del Hospital Universitario La Paz (HULP) de Madrid.
¿Quiénes son? “Personas que contrajeron la infección hace décadas y no saben que la tienen o no fueron tratadas en su momento”, según la FEAD. En España muchas personas se infectaron bien por transfusiones de sangre o en medio de la epidemia de la heroína de los años ochenta y noventa. Las sociedades científicas y médicas proponen hacer “un último esfuerzo de información y sensibilización” con un cribado etario oportunista a la población mayor de 40 años.
En la práctica, esto significa informar a esta población, cuando acude por otro motivo a su centro sanitario, de que es recomendable hacerse un análisis de sangre que incluya la detección de la hepatitis C. Siempre con consentimiento informado. En edades más tempranas, los especialistas aseguran que el virus está prácticamente erradicado.
Salí llorando de la consulta; el médico me culpabilizó, me gritó, me dijo burradas. Se debió sentir tan mal que salió detrás de mí por los pasillos para pedirme disculpas. Yo desconocía completamente el virus
Son casos muy excepcionales, advierten todos los profesionales consultados. Carmen Blas es parte de esa generación diana. Pasó 23 años con hepatitis C: desde que en 1993 obtuvo el diagnóstico hasta que en 2016 fue tratada con Sovaldi, tras una pelea de los enfermos por tener acceso universal a este fármaco innovador que cura al 97% de los pacientes. A esa altura ya tenía una cirrosis hepática.
Cuando le confirmaron la infección a Blas, hacía poco que se había descubierto el virus. “Salí llorando de la consulta; el médico me culpabilizó, me gritó, me dijo burradas. Se debió sentir tan mal que salió detrás de mí por los pasillos para pedirme disculpas. Yo desconocía completamente el virus”, cuenta al otro lado del teléfono. Tiene 69 años y “muchas ganas de vivir”. Piensa que contrajo la hepatitis en una intervención a la que se sometió en 1992. Como Carmen, muchos pacientes tuvieron un acceso tardío al tratamiento, cuando ya no era posible reparar los rotos que el virus había ocasionado en su cuerpo.
Algunas comunidades tienen cribados
Ahora, acceder no es el problema, sino detectarlo. La hepatitis C se contagia por el contacto de la sangre con la sangre –como el VIH, por ejemplo– y no da síntomas, como “en general las enfermedades hepáticas”. “El hígado es un órgano traidor, de ahí el esfuerzo para concienciar a la población”, sostiene Marta Casado, presidenta de la FEAD y hepatóloga en el Hospital Universitario Torrecárdenas de Almería.
En Galicia ya se ha implantado el cribado y Andalucía quiere ponerlo en marcha próximamente. “Creemos que es un paso importante para el éxito final”, defiende Casado. Cantabria ha tenido algunos problemas: lo inició en 2023 pero lo ha interrumpido por supuestamente vulnerar la autonomía del paciente por no informarse de forma conveniente.
El Ministerio de Sanidad solo contempla el cribado para grupos de riesgo –como usuarios de drogas por vía inyectada, aquellos que mantienen relaciones sexuales con riesgo de sangrado, usuarios de hemodiálisis antes de 1975– y de momento no tiene entre sus planes implantar uno más general.
El año que viene la patente que tiene Gilead con los fármacos antivirales –uno de los más caros del mercado– caduca. Esto significa que la farmacéutica deja de tener el monopolio.
El argumento del Ministerio es que todo lo que se detecta hoy se puede curar, y que muchos facultativos ya proponen la prueba de hepatitis C –se puede mirar igual que se mira el VIH en un análisis rutinario– a sus pacientes. Este debate se produce en un momento clave: el año que viene la patente que tiene Gilead con los fármacos antivirales –uno de los más caros del mercado– caduca. Esto significa que la farmacéutica deja de tener el monopolio.
“El viaje de las últimas décadas ha sido fascinante. Era una enfermedad hepática que ponía muy malitos a los pacientes y ahora se puede curar, es uno de los mayores avances de la medicina en los últimos diez años”, dimensiona la presidenta de la FEAD. En este tiempo, ha descendido el número de trasplantes de hígado por daños causados por el virus y la lista de espera en un 50%, añade García-Samaniego. Queda el último el impulso, dice: “apretar el acelerador en la búsqueda activa”.